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1 de octubre de 2012

El Misterio de la Virgen de Guadalupe.

Noviembre Mes de las Devociones Marianas--->
<---Beata Madre Teresa de Calcuta.


La historia de la Virgen de Guadalupe data del año 1531. Primera aparición de la Virgen María en el nuevo mundo, en tierras latinoamericanas. Es también llamada Virgen o Madre Milagrosa en Sudamérica; o simplemente y con mucho cariño los Mexicanos la llaman: "Virgencita de Guadalupe". Con la aparición de la Virgen María en tierras Mexicanas, pone fin a la religión idólatra de los Aztecas donde adoraban a los dioses, y se les ofrecían sacrificaban humanos para calmarlos.
Sólo hacía 39 años que Cristobal Colón había llegado de Europa y había desembarcado en tierras desconocidas.

La Virgen de Guadalupe es Patrona de México, de toda Latinoamérica y de Filipinas; y tiene el magnífico título de Emperatriz de las Américas, dado por su Santidad Pío XII, el 12 Octubre de 1945. En la Ciudad de México posee una imponente y majestuosa Basílica donde es venerada como Madre de Dios, Reina y Señora y auxilio de los cristianos. Esto debido a los imnumerables milagros que realiza, no sólo en México sino en todo lugar donde haya un santuario y sea venerada bajo la advocación de la Virgen de Guadalupe.

Con gran respeto y cariño los Mexicanos acuden a su "Virgencita de Guadalupe", pidiendo su auxilio y protección; ya que María dijo a Juan Diego en nombre de todos los Mexicanos de una vez y para siempre: ¿Acaso no soy tu Madre?. ¿Qué necesidades tienes de Mí? ¿Acaso no estas bajo mi protección?

Cuando el sábado 9 de diciembre de 1531, la Virgen María se apareció a un nativo Azteca llamado Juan Diego, dio comienzo así a la historia de la Virgen Mexicana de Guadalupe. Si bien comenzó en la República de México, hoy su mensaje de salvación se ha extendido a todo el mundo, y no hay ciudad o pueblo que no conozca esta historia; es más; se conoce más a México por la Virgen de Guadalupe que por su extenso, vasto y hermoso territorio.

Juan Diego iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac, alrededor del amanecer, escuchó una voz que lo llamaba por su nombre. Era la voz de la Virgen María.
Esta narración la podemos encontrar en diversos lugares, con mayor o menor detalle, pero un vistazo al relato original o "Nicam Mopohua", ayuda a entender mejor la historia de la Virgen María con relación a Juan Diego y el nombre de Guadalupe, desde el punto de vista de los personajes que tuvieron parte en ella, y que han trascendido hasta nuestros días.

Pero lo que más ha llamado la atención es la imagen de la Virgen de María, bajo la advocación de la Virgen de Guadalupe. Su imagen, "pintado o impreso" en forma sobrenatural en la tilma del humilde Juan Diego, que a decir de los entendidos en la materia, no fue pintado con pinceles de este mundo, sino con el dedo milagraso de Dios.
La tecnología digital da nueva luz a uno de los fenómenos que es todavía una incógnita para la ciencia: el misterio de los ojos de la Virgen... Y donde según parece se ha dado a conocer un intrigante misterio gracias a la tecnología actual, y que había tenido en vilo a muchos científicos del siglos pasados.

BREVE HISTORIA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

APARICIONES:

Diez años después de la conquista de México, por parte del Colonialismo Español, en el año de 1531, a los pocos días del mes de Diciembre, había en México un autóctono Azteca llamado Juan Diego. Juan Diego iba al Convento de Tlaltelolco para oír misa. Al amanecer llegó al pie del Tepeyac. De repente oyó música que parecía el gorjeo de miles de pájaros. Muy sorprendido se paró, alzó su vista a la cima del cerro y vió que estaba iluminado con una luz extraña. Cesó la música y en seguida oyó una dulce voz procedente de lo alto de la colina, llamándole:

"Juanito, Juan Dieguito". Juan subió presurosamente y al llegar a la cumbre vio a la Santísima Virgen María en medio de un arco iris, ataviada con esplendor celestial.
Su hermosura y mirada bondadosa llenaron su corazón de gozo infinito mientras escuchó las palabras tiernas que ella dirigió a Juan Diego. María le habló en idioma náhuatl, idioma natal de Juan Diego.

"Sabe Juan Diego que Yo Soy la siempre Virgen Santa María, Madre del Verdadero Dios por quien se vive. Mucho quiero que se me construya una casita para mostrar a mi Hijo y para darlo a todos los hombres que me invoquen.
Porque Yo en verdad Soy Vuestra Madre compasiva. Para cumplir mi deseo ve al palacio del Obispo de México y dile cómo Yo personalmente te envío, Yo que soy la Madre de Dios.
Le contarás cuanto has visto y admirado, y lo que has oído. Ten por seguro que le agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás que yo te recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo. Ya has oído mi mandato, hijo mío, el más pequeño: anda y pon todo tu esfuerzo".

Juan se inclinó ante ella y le dijo: "Señora mía: ya voy a cumplir tu mandato; me despido de ti, yo, tu humilde siervo". Juan Diego fue directo al palacio del Obispo, Don Fray Juan de Zumárraga, pero aunque éste lo recibió, no creyó en su palabra y le mandó que volviera al día siguiente para escucharle más despacio.

El Domingo, después de oír Misa, ese mismo día regresó a la cumbre de la colina y encontró a la Santísima Virgen que le estaba esperando. Con lágrimas de tristeza le contó cómo había fracasado en lo que Ella le mandó hacer. María le pidió volver a ver al Sr. Obispo el día siguiente. Fue nuevamente Juan Diego al palacio del Obispo. En este segundo encuentro muchas cosas le preguntó y para estar seguro de que se trataba de la Madre de Dios, el Señor Obispo le pidió una señal.

Juan Diego le dio la respuesta del Obispo a la Virgen, quien le mandó volver al día siguiente. Pero el lunes ya no pudo regresar, porque encontró en su casa que su tío Juan Bernardino estaba enfermo gravemente, y a punto de morir.
Se quedó todo el día con él y el día martes 12 de Diciembre, cuando todavía era de noche, salió Juan Diego a México a buscar un sacerdote de Tlaltelolco. Llegó a la ladera del cerro y optó ir por el lado oriente para evitar que la Virgen Santísima le viera pasar. Primero quería atender a su tío enfermo.
Con grande sorpresa la Virgen María vio bajar y salir a su encuentro. ¿Juanito a dónde vas tan deprisa?

"Mi niña, mi jovencita, voy a México a buscar un sacerdote para un siervo tuyo, tío mío, que está muy grave y puede morir. Ten un poquito de paciencia conmigo que luego volveré por la señal", respondió Juan Diego.

Juan le dio su disculpa a la Virgen por no haber venido el día anterior. Después de oír las palabras de Juan Diego, ella le respondió:
"Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón, no temas esa ni ninguna otra enfermedad o angustia.
Escucha Juan Diego, ponlo en tu corazón:
¿Acaso no estoy Yo aquí, que Soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo?
¿No soy Yo tu salud y tu Bienestar? ¿Qué más te hace falta hijo mío?
¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?
No te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá por ahora sino que tendrá la salud; ten por seguro de que ya sanó".

Ahora es muy necesario que subas a la cumbre del cerro. Allí encontrarás diferentes flores. Córtalas, recógelas, y enseguida baja del cerro y tráelas a mi presencia.

Juan Diego subió y cuando llegó a la cumbre, se asombró mucho de que hubieran brotado tan hermosas y encantadoras flores. Debido a que en Diciembre y por el frío que hacía no deberían crecer flores. En sus corolas fragantes, el rocío de la noche semejaba perlas preciosas. Rápido empezó a córtalas, las echó en su regazo y las llevó ante la Virgen. Ella tomó las flores en sus manos, las arregló en la tilma y dijo:
"Hijo mío el más pequeño, aquí tienes la señal que debes llevar al Señor Obispo. Le dirás en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla.
Tú eres mi embajador muy digno de confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del Obispo despliegues tu tilma y descubras lo que llevas".

Cuando Juan Diego estuvo ante el Obispo Fray Juan de Zumárraga, y le contó los detalles de la cuarta aparición de la Santísima Virgen, abrió su tilma para mostrarle las flores, las cuales cayeron al suelo. En este instante, ante la inmensa sorpresa del Señor Obispo y sus compañeros que redeaban a Juan Diego, apareció la imagen de la Santísima Virgen María maravillosamente pintada con los más hermosos colores sobre la burda tela de su manto. La Santísima Virgen María se había estampado o impreso en la tilma de Juan Diego en la misma forma y figura en que está hoy en su casita de Ciudad México.

PRIMER MILAGRO: LA CURACIÓN DE JUAN BERNARDINO

El mismo día, doce de diciembre, muy temprano, la Santísima Virgen se presentó en la choza de Juan Bernardino para curarle de su mortal enfermedad. Su corazón se llenó de gozo cuando ella le dio el feliz mensaje de que su retrato milagrosamente aparecido en la tilma de Juan Diego, iba a ser el instrumento que aplastara la religión idólatra de sus hermanos por medio de la enseñanza que el divino códice-pintura encerraba.

Te-coa-tla-xope en la lengua Azteca quiere decir "aplastará la serpiente de piedra". Cuando los españoles oyeron las palabras de los labios de Juan Bernardino, sonaron como "de Guadalupe". Sorprendidos se preguntaron el por qué de este nombre español, pero los hijos predilectos de América, conocían bien el sentido de la frase en su lengua nativa. Así fue como la imagen de la Virgen de Guadalupe y el santuario adquirieron el nombre de Guadalupe, título que ha llevado por casi cinco siglos.

Se lee en la Sagrada Escritura que en tiempo de Moisés y muchos años después un gran cometa recorría el espacio. Tenía la apariencia de una serpiente de fuego. Los nativos de México le dieron el nombre de Quetzalcoatl, serpiente con plumas. Le tenían mucho temor e hicieron ídolos de piedra, en forma de serpiente emplumada, a los cuales adoraban, ofreciéndoles sacrificios humanos. Después de ver la sagrada imagen de la Virgen María y leer lo que María les dijo, los nativos abandonaron sus falsos dioses y abrazaron la Fe Católica traída de manos de los Conquistadores Españoles. Ocho millones de nativos aztecas se convirtieron en sólo siete años después de la aparición de la imagen de la Virgen María.

LA TILMA O MANTO DE JUAN DIEGO

La tilma en la cual la imagen de la Santísima Virgen apareció, está hecha de fibra de maguey. La duración ordinaria de esta tela es de veinte años a lo máximo. Tiene 195 centímetros de largo por 105 de ancho, (casi dos metros de largo por un metro de ancho) con una sutura en medio que va de arriba a abajo.

Impresa directamente sobre esta tela, se encuentra la hermosa figura de Nuestra Señora. El cuerpo de ella mide 140 centímetros de alto, (1,40 metros de alto).

Esta imagen de la Santísima Virgen es el único retrato auténtico que tenemos de ella. Su conservación en estado fresco y hermoso por más de cuatro siglos, debe considerarse milagrosa. Se venera en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México, donde ocupa el sitio de honor en el altar mayor.

La Sagrada Imagen de la Virgen duró en su primera ermita desde el 26 de diciembre de 1535 hasta el año de 1622.

La segunda iglesia ocupó el mismo lugar donde se encuentra hoy la Basílica. Esta duró hasta el año 1695. Unos pocos años antes fue construida la llamada Iglesia de los Indios junto a la primera ermita, la cual sirvió entonces de sacristía para el nuevo templo. En 1695, cuando fue demolido el segundo templo, la milagrosa imagen fue llevada a la Iglesia de los Indios donde se quedó hasta 1709 fecha en que se dedicó el nuevo hermoso templo que todavía despierta la admiración de Mexicanos y extranjeros por la majestuosidad de la Basílica.

LA CORONACIÓN

El doce de octubre de 1895 la bendita imagen de la Santísima Virgen fue coronada por decreto del Santo Padre, León XIII, y el doce de octubre de 1945, cincuentenario de la coronación, su Santidad Pío XII en su célebre radio mensaje a los Mexicanos le aplicó el titulo de Emperatriz de las Américas.

Muy recientemente, el doce de octubre de 1961, su Santidad Juan XXIII, dirigió un radio mensaje a los Congresistas del II Congreso Interamericano Mariano quienes se encontraron presentes dentro de la Nacional e Insigne Basílica de Guadalupe. En este día, a las doce en punto, se escuchó la sonora voz del Santo Padre quien pronunció las siguientes palabras:

Amadísimos Congresistas y fieles todos de AméricaLatina:

María, Madre de Dios y Madre nuestra, esa tierna palabra que estos días vuestros labios repiten sin fin con el título bendito de Madre de Guadalupe, abre este nuestro saludo que dirigimos a cuantos tomáis parte en el Segundo Congreso Mariano Interamericano y a todos los países de AméricaLatina.

Feliz oportunidad ésta del 50 aniversario del Patronato de María Santísima de Guadalupe sobre toda la América Latina, que tanto bien ha producido entre los pueblos del Continente, para alentaros en vuestras manifestaciones de mutuo amor y de devoción a la que es Madre de vida y Fuente de gracia.

Día histórico aquél doce de octubre en que el grito "tierra" anunciaba la unión de dos mundos, hasta entonces desconocidos entre sí, y señalaba el nacimiento a la fe de esos dos continentes; a la fe en Cristo -"luz verdadera que ilumina a todo hombre"- (Jo. 1, 9.) de la cual María es como la "aurora consurgens" que precede la claridad del día.
Más adelante "la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive", derrama su ternura y delicadeza maternal en la colina del Tepeyac, confiando al nativo Juan Diego con su mensaje unas rosas que de su tilma caen mientras en ésta queda aquél retrato suyo dulcísimo que manos humanos no pintaran.

Así quería Nuestra Señora continuar mostrando su oficio de Madre: Santa María de Guadalupe, siempre símbolo y artífice de esta fusión que formaría la nacionalidad mexicana y, en expansión cargada de sentidos, rebasaría las fronteras para ofrecer al mundo ese coro magnífico de pueblos que rezan en español.

Primero Madre y Patrona de México, luego de América y de Filipinas: el sentido histórico de su mensaje iba cobrando así plenitud, mientras abría sus brazos a todos los horizontes en un anhelo universal de amor.

Tenéis ahí a María, la Madre común, puesto que es Madre de Cristo, la que con su solicitud y compasión maternal ha contribuido a que se nos devuelva la vida divina y sobrenatural, la que en la persona del discípulo amado nos fue donada como Madre espiritual por Cristo mismo en la cruz.

Salve Madre de América! Celestial Misionera del nuevo Mundo, que desde el Santuario del Tepeyac has sido, durante más de cuatro Siglos Madre y Maestra en la fe de los pueblos de América. Sé también su amparo y sálvalos oh Inmaculada María; asiste a sus gobernantes, infunde nuevo celo a sus Prelados, aumenta las virtudes en el clero; y conserva siempre la fe en el pueblo.
Oiga María estos votos para que los presente a Cristo en cuyo nombre y con el más vivo afecto de nuestro corazón de Padre os bendecimos.

SAN JUAN DIEGO

San Juan Diego nació en 1474 en el "calpulli" de Tlayacac en Cuauhtitlán, México, establecido en 1168 por la tribu nahua y conquistado por el jefe Azteca Axayacatl en 1467. Cuando nació recibió el nombre de Cuauhtlatoatzin, que quiere decir:
"el que habla como águila" o "águila que habla".
Juan Diego perteneció a la más numerosa clase baja del Imperio Azteca, pero no llegó a ser esclavo. Se dedicó a trabajar la tierra y fabricar matas las que luego vendía. Poseía un terreno en el que construyó una pequeña vivienda. Contrajo matrimonio con una nativa azteca pero no tuvo hijos.

Entre 1524 y 1525 se convierte al cristianismo y fue bautizado junto a su esposa, él recibió el nombre de Juan Diego y ella el de María Lucía. Fueron bautizados por el misionero franciscano Fray Toribio de Benavente, llamado por los nativos "Motolinia" o "el pobre".

Antes de su conversión Juan Diego ya era un hombre piadoso y religioso. Era muy reservado y de carácter místico, le gustaba el silencio y solía caminar desde su poblado hasta Tenochtitlán, a 20 kilómetros de distancia, para recibir instrucción religiosa. Su esposa María Lucía falleció en 1529. En ese momento Juan Diego se fue a vivir con su tío Juan Bernardino en Tolpetlac, a sólo 14 kilómetros de la iglesia de Tlatilolco, Tenochtitlán. Durante una de sus caminatas camino a Tenochtitlán, que solían durar tres horas a través de montañas y poblados, ocurre la primera aparición de Nuestra Señora, en el lugar ahora conocido como "Capilla del Cerrito", donde la Virgen María le habló en su idioma, "el náhuatl".

Juan Diego tenía 57 años en el momento de las apariciones de la Virgen María, ciertamente una edad avanzada en un lugar y época donde la expectativa de vida masculina apenas sobrepasaba los 40 años. Luego del milagro de Guadalupe Juan Diego fue a vivir a un pequeño cuarto pegado a la capilla que alojaba la santa imagen, tras dejar todas sus pertenencias a su tío Juan Bernardino. Pasó el resto de su vida dedicado a la difusión del relato de las apariciones entre la gente de su pueblo.

Murió el 30 de mayo de 1548, a la edad de 74 años. Juan Diego fue beatificado en abril de 1990 por el Papa Juan Pablo II y proclamado santo el 31 de Julio de 2002.

EL GRAN SECRETO EN LOS OJOS DE LA VIRGEN DE GUADALUPE

El investigador y científico Peruano José Aste Tönsmann descubrió trece personajes distintos en las pupilas de la famosa tela que muestra la «imagen sobrenatural» de la Virgen de Guadalupe, hoy exhibida en la imponente Basílica en la ciudad de México.
¿Cómo se las encontró? ¿A quiénes representan estos personajes? ¿Qué milagro se obró allí para que se formaran estas imágenes microscópicas y espectaculares?
El científico Peruano es uno de los más grandes estudiosos de los misterios de la Virgen de Guadalupe, especialmente del secreto que la imagen de ésta oculta en sus ojos.

Allá a principios de los ochentas, en medio de un páramo editorial aún más árido que el de la actualidad, editorial Diana publicó por primera vez el siguiente libro:
"Los Ojos de la Virgen de Guadalupe".
En él su autor, José Aste Tönsmann, afirmaba haber encontrado en los ojos de la veneradísima imagen de la Virgen de Guadalupe, después de aplicar sesudos estudios por computadora, diminutas figuras que, alega su "descubridor", no pudieron haber sido creadas por manos humanas, sino por algo fuera de este mundo, del cielo, y que no tienen una explicación natural sino sobrenatural.

EL SECRETO DE LOS OJOS

Los ojos de la Virgen de Guadalupe constituyen uno de los grandes enigmas para la ciencia en estos momentos, como han constatado los estudios del ingeniero José Aste Tönsmann del Centro de Estudios Guadalupanos de México.

Este graduado en ingeniería en sistemas ambientales por la Universidad de Cornell ha estudiado durante más de veinte años la imagen impresa de la Virgen en ese tosco tejido hecho con fibras de maguey de Juan Diego, el indígena que recibió las apariciones que cambiarían decisivamente la historia de México.

Según aseguraba Tönsmann, había encontrado siluetas de personas en las pupilas de la imagen supuestamente milagrosa de la Virgen Mexicana, que hoy se encuentra en Tepeyac (D. F.). Estas imágenes eran, supuestamente, equivalentes a una «instantánea» microscópica de la escena que, según la tradición, tuvo lugar en 1531, cuando el nativo azteca Juan Diego llevó su tilma o ayate (una especie de manto hecho de toscas fibras de maguey) hasta la casa del obispo Zumárraga.

Allí extendió su manto o tilma y, ante los ojos de los presentes, la imagen de la Virgen se plasmó milagrosamente en el manto mientras caían las flores que Juan Diego había recogido en la cumbre del cerro. Si bien sus dimensiones son microscópicas, el iris y las pupilas de los ojos de la imagen tienen impresa al menos la imagen sumamente detallada de trece personajes.
Las mismas personas están presentes tanto en el ojo izquierdo como en el derecho, con diferentes proporciones, al igual que sucede en los ojos de un ser humano que refleja los objetos que tiene en frente.

El reflejo transmitido por los ojos de la Virgen de Guadalupe es la escena en la que Juan Diego mostraba al obispo fray Juan de Zumárraga y a los presentes en la estancia el manto con la misteriosa imagen. Era el 9 de diciembre de 1931.

Quería averiguar, después de casi 25 años, qué más había descubierto y qué pensaba el científico peruano, afincado en México desde 1978, sobre los enigmas guadalupanos. Tönsmann ya no trabaja en el Centro Científico de la IBM, donde, con los primitivos y lentos escáneres de aquellos tiempos, realizó los primeros estudios de los ojos de la Virgen. En aquella época tenía que investigar en la hora de la comida, para no tener problemas, y logró algunas impresiones muy toscas, debido a la carencia de medios. Aún así, logró ver lo que, supuestamente, eran personajes que rodeaban a la Virgen cuando ésta impregnó el manto del nativo azteca Juan Diego ante el obispo español Juan de Zumárraga.

La técnica que ha utilizado para su estudio el ingeniero Aste Tönsmann es la del proceso digital de imágenes usado por los satélites y por las sondas espaciales para transmitir informaciones visivas. El científico, de hecho, ha hecho muchos trabajos durante años en IBM en procesamiento digital de imágenes, éso le dio la experiencia para investigar sobre la tela, manto o tilma de Juan Diego.

Ahora, ¿Cómo se le ocurrió investigar sobre la imagen de la Virgen de Guadalupe?

En su libro afirma no saberlo, que sólo sintió el deseo de hacerlo y lo hizo.
Yo era un curioso en todo, y un día viviendo en la ciudad de México, veía el clamor y fe en la Basílica de Guadalupe, y se me ocurrió investigar en detalle la estampa de la Virgen y me encontré con algo inédito y asombroso que dio de hablar a todo el mundo, y que seguirá porque seguramente se develaran más secretos. Yo he dado el primer puntapié, y he despertado la curiosidad en científicos, e investigadores. Aun en aquellos que no creen, se han quedado con la boca abierta por tal hallazgo que los sorprende y los hace pensar que Dios realmente existe.

Hoy, Tönsmann, con casi 80 años, tiene su propia empresa, Quipus S.A., que realiza productos informáticos educativos para jóvenes. En su domicilio compartimos una animada charla sobre los pormenores de la investigación a la que ha dedicado su vida. Tönsmann había estudiado ingeniería de sistemas en la Universidad de Cornell (EE UU) y más tarde comenzó a trabajar en el centro de IBM en México durante dos años, donde finalmente se afincó, nos brindó más detalles de sus comienzos.

«En febrero de 1978 yo estaba trabajando con técnicas muy avanzadas de digitilazación de imágenes, como dije antes, y no había el software que hay ahora», comenzó a explicarnos. «Cuando llegué a México empecé a escanear, por curiosidad, varias imágenes de símbolos del país, entre ellas unas diapositivas de la Virgen de Guadalupe.
Mi intención era la de digitalizar las imágenes para ver cómo quedaban impresas. Pero por esas mismas fechas cayó en mis manos una revista, Visión, donde se decía que en 1951 un tal Carlos Salinas, fotógrafo oficial de la Basílica de Guadalupe, había descubierto una figura humana ampliando la imagen de una de las pupilas de la Virgen. Eso me dio la idea de hacer lo mismo y, para mi sorpresa, me encontré con la imagen no de un español, como decía Salinas, sino de lo que parecía un indio sentado, con las manos en posición de oración, en el ojo izquierdo de la figura», nos explicó Tonsmann en el salón de su casa.

Más tarde, en sucesivos escaneos, Tonsmann descubrió otras diminutas figuras dentro de las pupilas: la cabeza del obispo Juan de Zumárraga y la de un hombre con barba, que el científico relacionó, más tarde, con un noble español.
J. J. Benítez un investigador que le interesaba mucho el tema, fue uno de los primeros en intentar identificarlo, llegando a la conclusión de que quizá se trataba de Sebastián Ramírez y Fuenleal, hombre cercano a Zumárraga.

Según las conclusiones del estudio, reveladas por Aste Tönsmann a Zenit, durante una visita que realizó a Roma a inicios de enero, nos encontramos ante una imagen «que no ha sido pintada con mano de algún ser humano».

Ya en el siglo XVIII varios científicos realizaron pruebas científicas que mostraban cómo era imposible pintar una imagen así en un tejido de esa textura. De hecho, con el pasar del tiempo, las fibras del «ayate» que utilizaban los nativos aztecas se degradaban y no tenían una duración de más de unos pocos años. Normalmente no deberían durar más de veinte años. Sin embargo, la imagen está impresa desde hace más de 470 años y ha permanecido inalterable, como si fuera un "milagro de Dios".

Richard Kühn premio Nobel de Química, recordó Aste Tönsmann, hizo análisis químicos en los que se pudo constatar que la imagen no tiene colorantes naturales, ni colorantes animales, como podría ser sangre diliuda, ni mucho menos colorantes minerales, que muchos nativos de toda América sacaban de las montañas y se coloreaban las manos y la cara en señal religioso, o se preparaban para la batalla. Dado que en aquella época, año 1531, no existían los colorantes sintéticos, la imagen, desde este punto de vista, es inexplicable, y causa una enorme admiración, respeto y misterio, y nos hace reflexionar; ¿cómo se ha logrado "pintarse" o "imprimirse" esta imagen?.

En 1979 los estadounidenses Philip Callahan y Jody B. Smith estudiaron la imagen con rayos infrarrojos y descubrieron con sorpresa que no había huella de pintura de ningún tipo que se usaban antigüamente o huellas de pinturas se usan se usan actualmente; y que el tejido del manto o tilma no había sido tratado con ningún tipo de técnica, para lograr que se mantenga tal bien y en perfecto estado.

Aste Tönsmann, también se hace la misma pregunta, «¿Cómo es posible explicar esta imagen y su consistencia en el tiempo más de 470 años y que no haya perdido sus colores y con un tejido que no ha sido tratado?
Es más, ¿cómo es posible que, a pesar de que no haya pintura, los colores que contienen mantengan su luminosidad y brillantez desde hace más 470 años?».

El ingeniero Peruano Tönsmann explica que «Cahallan y Smith han mostrado cómo la imagen cambia ligeramente de color en las cuales el tono de la luz varía de acuerdo al ángulo que se observa la superficie, todo depende según el ángulo de visión con que se la mire, a éste un fenómeno óptico que se conoce con el término de "iridescencia", una técnica que no se puede reproducir con manos humanas, sino con aparatos electrónicos».

El investigador comenzó a desarrollar su estudio en 1979. Agrandó los iris de los ojos de la Virgen hasta alcanzar una escala 2.500 veces superior al tamaño real y, a través de procedimientos matemáticos y ópticos, logró identificar todos los personajes impresos en los ojos de la Virgen María.

En los ojos de la Virgen –revelan también– se encuentran reflejados los testigos del milagro guadalupano, el momento la que Juan Diego mostraba el manto al obispo. Los ojos de la Virgen tienen así el reflejo que hubiera quedado impreso en los ojos de cualquier persona en esa posición.

DETALLES SORPRENDENTES

J. J Benítez en el año 1982, dedica varias páginas a explicar el entonces novedoso funcionamiento de un escáner, que se llamaba «microdensitómetro» usado con un hoy vetusto ordenador Perkin-Elmer PD.P8/M.
Cada zona de la fotografía era convertida en números, y estos dígitos grabados en una cinta magnética de la computadora donde aparecían 1.600 puntos o píxels por centímetro cuadrado.
«Las fotografías que escaneaba las imprimía más tarde en grandes hojas, con letras que, vistas de lejos, formaban una imagen. En esa época no había impresoras conectadas a una PC, de inyección de tinta. Colgaba las hojas en mi dormitorio para verlas antes de dormir o al despertarme. Fue entonces cuando vi a un varón sentado, con las piernas cruzadas: el nativo azteca.
Poco a poco fueron apareciendo detalles. Esta fue la primera figura, luego encontré la cara de un hombre con barba que ya habían descubierto Salinas y Marcué. Más tarde apareció, en el ojo izquierdo, el rostro del obispo Juan de Zumárraga que, en un principio, identifiqué con una calavera, dado su aspecto demacrado y, en seguida, el rostro del ‘traductor’ del obispo…».

Con una paciencia infinita, Tönsmann clasificó entre aquellos borrones la figura del nativo azteca Juan Diego extendiendo su manto o tilma. La tradición asegura que la «pintura o impresión » no es tal, sino una estampación milagrosa de la imagen sobre el manto del nativo. Supuestamente ningún pincel manejado por un ser humano habría pintado aquella imagen y, consecuentemente, tampoco las de los ojos, ya que son tan pequeños los personajes, que se hace difícil pensar que alguien los haya pintado.
A pesar de ello, estudios científicos han revelado que sí existen unas pequeñísimas partículas o pigmentos pictóricos en el manto o tilma, aunque los defensores de la imagen proponen que pueden deberse a modificaciones posteriores.

Al consultar al científico Tönsmann que nos diera más detalles sobre los métodos utilizados para analizar la imagen, nos explicó con mayor presición los procesos que fue utilizando a lo largo del tiempo: «Primero conseguí unas simples diapositivas para turistas, pero luego, a través de un amigo fotógrafo, obtuve fotos tomadas directamente del rostro y ojos de la Virgen», me explicó.
«Más tarde tuve la oportunidad de examinarlos de cerca. En una ocasión nos bajaron la tela y, en una sala, pude estudiarla de cerca con una lupa. Después entraron los fotógrafos y le quitaron el cristal que cubre la tilma, para hacerle más fotos directamente sobre la imagen.
Esto fue posible gracias a un cardenal, porque los directivos de la Basílica no les gustaba que tocaran o manipularan la imagen, aunque les dijeramos que eran para fines científicos. Fue una oportunidad muy rara que supe aprovechar. Estuvimos varias horas delante del manto al natural, sin ninguna protección, fue algo sorprendente y emocionante, a todos nos transmitía una paz, y una conexión inexplicable.
A partir de la medianoche estábamos solos en un cuartito, y éramos unas diez personas.

Paco Domínguez, otro investigador quiso saber cuál había sido su reacción al estar frente a la tela supuestamente milagrosa, y que transmitía paz y emoción al corazón. Y dijo esto en palabras:
«Me quedé muy emocionado, y sentí algo inexplicable, no sé como decirlo. Hubo una conexión en mí que no logro entender. Todo en mi era feliz, me olvidé de todas mis preocupaciones; la rutina diaria, las cosa triviales y pasajeras de todos los días, sólo pensaba en la imagen de la Virgen.
En mi mente y en mi cabeza, sólo había una cosa, la imagen de la Virgen de Guadalupe. Durante varios días no pude dormir como lo hacía antes.

Hice otros escaneos con las nuevas fotos tomadas con cámaras "Hasselblad", que utilizaban negativos de gran formato, e hice nuevas ampliaciones. A veces me despertaba por la noche para verlas, ya que estaban pegadas a la pared, y preguntaba a mí esposa: ¿ves algo que yo no vea? ¿algún detalle nuevo que yo no percibo?
Y ella me decía con burla que volviera a dormirme».

FIGURAS NO TAN MISTERIOSAS

Tönsmann nos dijo que, en un principio, se centró en el ojo izquierdo de la imagen. Pero la figura del «hombre con barba», descubierta en la década del año 1930, era la que mejor se apreciaba en el ojo derecho. Es un hombre de rasgos españoles que mira pensativo acariciándose la barba con la mano.
También la cabeza del obispo Zumárraga se veía más nítida en el derecho. Uno de los hallazgos más intrigantes y emocionantes para el entonces científico de la IBM fue la «mujer negra» que aparecía en dicho ojo.
Así lo recordó durante nuestro encuentro:
«Me sorprendió que surgiera la imagen de una mujer negra en México, en el año 1531. Yo no sabía que hubiera gente de origen africano en aquellos primeros tiempos de la conquista Española. Pero más tarde, un religioso me contó que el obispo Español Zumárraga había traído a Nueva España dos esclavos que le ayudaban en sus tareas.
Verifiqué los datos en los documentos coloniales y allí estaba.
Supe que se llamaba María. Era sorprendente, pues en las pupilas aparecía claramente aquella mujer con nariz aplastada y labios gruesos, además de tener la cabeza tocada por una especie de turbante».

Curiosamente, la esclava era el único personaje que no se repetía en el otro ojo, como ocurre con los demás personajes. Pero, recientemente y con estudios más profundos, Tönsmann descubrió a «María» en el ojo izquierdo. Ahora todos los personajes estaban completos en ambas pupilas, tanto el ojo izquierdo como en el ojo derecho, es sorprendente.

Continuamos con nuestra conversación y preguntamos a Tönsmann si creía que todas aquellas figuras que, supuestamente, aparecen en los ojos de la Virgen, formaban parte de una misma escena.

«Sí –respondió sin dudar–. Además, me recuerda a una escena pintada por Miguel Cabrera. Cuando el nativo azteca Juan Diego acude por primera vez al obispo para hablarle sobre la aparición aún no llevaba la tilma con la imagen estampada.
Ésta se crea ante de los ojos de Zumárraga. Yo opino que la Virgen estaba allí, en aquel momento, pero invisible. Por eso la escena quedó reflejada en las pupilas de la Guadalupana, y es lo que hoy vemos. Si ahora fotografiáramos los ojos de ustedes, también veríamos reflejados en las pupilas lo que ahora hay a su alrededor.
Ya se hicieron varias pruebas al respecto y dio positivo».

Otro de los personajes descubiertos es un hombre que podría ser Juan González, traductor del obispo Español Zumárraga, puesto que éste no conocía el idioma náhuatl, idioma que hablaban los nativos aztecas. Juan Diego no hablaba español y Tönsmann deduce que debía estar presente en el momento del milagro para ayudar a su superior.
En el centro de las pupilas, además, a escala mucho más reducida, se puede ver otra «escena», totalmente independiente a la primera. Se trata de una familia indígena compuesta por una mujer, un hombre, y algunos niños. En el ojo derecho, aparecen otras personas de pie detrás de la mujer.

MENSAJES SIN FRAUDE

Los escépticos e incrédulos acusan al informático e investigador Peruano Tönsmann de ver cosas donde no las hay y de usar la imaginación en forma excesiva. Los ateos entienden que Dios no existe, pero se admiran al ver las figuras "pintadas o impresas" en el iris del ojo de la Virgen. Y no entienden cómo se realizó esta magnífica obra.
Es decir, los que no creen, encuentran que las siluetas que aisló informáticamente son sólo manchas que han sido formadas en forma caprichosa. Borrones que, al igual que los test psicológicos que se le realizan a las personas, solamente revelan la capacidad imaginativa e interpretativa del ser humano frente a imágenes difusas.

Cuando le señalé estas críticas, esperé una reacción airada de parte del científico. Pero Tönsmann, acostrumbrado a estas «declaraciones», respondió con calma:
«Si así fuera, las figuras no se repetirían en los dos ojos. Además, la presencia de los mismos personajes en ambos ojos se explica por el fenómeno de la visión "estereoscópica".
Y con respecto de ver cosas donde no las hay; siempre hay gente que cree y que no cree; siempre hay gente que le busca la quinta pata al gato. Es así, señaló.
En el alargamiento de algunas imágenes corresponde a la reflexión de las mismas sobre una superficie curva, como es la córnea del ojo. Si fueran figuras planas, entonces sí podríamos pensar en una falsificación. Sin embargo, las figuras son demasiado pequeñas como para que fueran pintadas por alguien. Todas estas escenas caben en un diámetro de entre siete y ocho milímetros, escuchó bien "milímetros".
Es verdaderamente sorprendente, y nadie puede pintar algo o personajes, como aquí los hay. Son trece personajes, cómo se hace para pintar en algo tan pequeño».

Aste Tönsmann realizó los primeros estudios entre 1979 y 1982. Después se produjo un paréntesis hasta 1989 y, a partir de ese momento, obtuvo nuevas imágenes, cuyos análisis culminaron con la publicación de dos libros (uno en 1998 y otro en 2003, llamados El secreto de sus ojos).

Fue entonces cuando descubrió nuevos personajes que ya había visto en uno de los ojos. Una de estas figuras era la de la esclava negra de Zumárraga, que había encontrado en el ojo derecho pero no en el izquierdo, además de otros miembros del grupo familiar. Quizá por un desgaste natural de la tela donde está la figura de la Virgen, las imágenes de las pupilas se han borrado un poco con el tiempo.

Tönsmann admite que las fotos más antiguas de los ojos presentan los personajes más claros que, por otra parte, se pueden ver con una lupa. El científico confirma:
«Antes de estar expuesta en la Basílica nueva, se veían mejor los detalles»
Otro detalle que sorprende al investigador es que la imagen perdure tantos años –casi 500 años–, puesto que en muchas ocasiones, los mantos de maguey no resisten más de 15 o a los sumo 20 años. Desde que descubriera el misterio de la Virgen, Tönsmann se dedica a impartir conferencias sobre el tema en México y otros países. Le preguntamos acerca de la postura del Gobierno de Mexico y del clero Mexicanos sobre sus hallazgos, pero fue muy reservado y escueto:
«El Gobierno no se ha manifestado ni a favor ni en contra, y la Iglesia somos todos. La jerarquía es otra cosa y tiene que ser cauta con estos asuntos. No ha habido una declaración oficial todavía, y quizás, como dije antes, yo he dado el puntapíe inicial, ya vendrán otros y harán lo suyo, Dios tiene todo el tiempo del mundo y se vale de muchos cosas para llegar a Él».

IMÁGENES CON CARACTER SOBRENATURAL

Mi compañero, Paco Domínguez, aprovechó la referencia a la Iglesia para recordarle a Tönsmann la existencia de un sacerdote católico –el padre Escalada– que está en contra de sus teorías. «Sí, bueno, y hay algunos sacerdotes más –respondió–; pero este sacerdote que usted menciona, el padre Escalada nunca ha estado en mis conferencias para preguntarme algo, con respecto a mis hallazgos».

Llegados a este punto de la entrevista, quisimos saber la opinión de Aste Tönsmann sobre la verdadera naturaleza de la imagen y su pretendido carácter sobrenatural que representa, para él y para muchos. Yo le pregunté: ¿Cree usted en los milagros señor Tönsmann?.
«Sí, por supuesto que creo en los milagros y en Dios», respondió sin dudar. Entonces, le pregunté: ¿la imagen del manto es, en su opinión, una obra divina?.

«Es lo que yo creo, estoy convencido. La Virgen trajo un mensaje para los nativos de esta tierra y para el mundo y lo dejó guardado, escondido; es el mensaje que nosotros vemos en los ojos. Las imágenes están en las córneas, pero en el centro de las pupilas hay una familia y ésta no hay forma de relacionarla históricamente.
Este mensaje del cielo, que aún no hemos podido descrifrarlo por completo, se debe y creo estar muy seguro que encierra algo más, mucho más que nos llenará de asombro y que si no hemos podido descifrarlo totalmente, es porque Dios lo reserva para el futuro, para otras generaciones, donde halla otras necesidades.

En total son trece personajes. Seis relacionados con un momento histórico donde Juan Diego despliega su tilma o manto y se produce el milagro de dejar impreso o pintado la imagen de la Virgen María, y siete personajes en el centro del ojo que representan a una familia.

En definitiva, en los ojos de la imagen de la Virgen de Guadalupe está impresa una especie de instantánea de lo que sucedió en el momento en que tuvo lugar el milagro.
Yo creo que se trata de un mensaje para la posteridad, que es la grandeza de la familia, que aparece en la parte más importante de los ojos. Por eso es necesario mantenerla, conservarla, rescatarla y seguir estudiando la tilma con la imagen, que es de un enorme valor que, desgraciadamente, estamos perdiendo. Todo está resumido en lo que le dice la Virgen a Juan Diego:
"Y no estoy aquí, ¿yo que soy tu madre?". Es un mensaje muy hermoso, principalmente en aquellos tiempos en que murió tanta gente».

Mientras conversábamos recordé que, desde tiempos remotos, los nativos aztecas ya veneraban en el cerro del Tepeyac a una deidad llamada Tonantzín («nuestra madrecita»). Esta entidad quizá podría asimilarse con las numerosas Diosas Madre presentes en numerosas culturas repartidas por todo el mundo. Es decir, un símbolo arquetípico que parece estar muy arraigado en la mente de la Humanidad.
Hasta aquí llega la ciencia, fue la conclusión del científico e investigador Peruano Aste Tönsmann. ¿Cómo se ha realizado algo así (la imagen de la Virgen)?. No es posible descifrarlo con métodos científicos.



Esto es lo que se puede ver en los ojos de la Virgen de Guadalupe ampliado 2500 veces.














1. Indígena sentado.
2. Anciano español (quesque el obispo Zumárraga).
3. Otro español (quesque el traductor del obispo)
4. Juan Diego enseñando su ayate.
5. Criada negra del obispo.
6. Familia indígena. Todos mirando el portento.




MISA CORAL DEL CABILDO X ANIVERSARIO DE LA CANONIZACION DE JUAN DIEGO

01 de Agosto de 2012. Presidida por Mons. Carlos Ruiz Alvarado, Vice-Rector del Santuario, en ocasión del décimo Aniversario de la Canonización de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin en la Basílica de Guadalupe,
República de México.



Cántico a la Virgen de Guadalupe Madre de la Nación Mexicana.



Dichos y Frases


Si uno quiere, encuentra mil maneras para hacerlo. Si uno no quiere encuentra mil excusas para no hacerlo.(Ghandi)

Querer es tener el valor de exponerse a chocar contra los obstáculos. (Standhall)

Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro. (Platón)

Recompensad la injuria con la indiferencia y el beneficio con la gratitud. He aquí lo justo. (Confucio)

Es de incalculable valor para el ser humano, tener una conciencia limpia y sana, que tener el mayor tesoro del mundo. (Cicerón)

Cuando la voz del enemigo acusa, el silencio del amigo condena. (RosenMüller)

Dios no encuentra sitio en nosotros para derramar su Amor, porque estamos llenos de nosotros mismos. (San Agustín)

Ama sin límites, ama sana e intensamente, porque después de esta vida en la tierra, no hay otra oportunidad. (Santa Teresa de los Andes)

2 comentarios:

  1. pero aún no entiendo porque adorar una imágen,si la biblia católica claramente dice que no debemos adorar,ni inclinarnos delante de ninguna imagen,podrían explicarme y sacarme de dudas?

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  2. Hola hermano/a, la adoración (adorar) es un acto que sólo corresponde a Dios, no a la Virgen.
    A la Madre de Dios, la Santísima Virgen, la veneramos con respeto y amor de hijos que somos.
    No está permitido adorar a las imágenes, pero sí venerarlas y rezarles con respeto y confianza pidiendo su ayuda.

    No olvides que Venerar significa: tener gran respeto a alguien por sus virtudes y cualidades.

    Que es muy distinto que adorar y que significa: reverenciar a un ser u objeto que se considera divino.

    Muchas gracias por tu comentario, y perdón por la tardanza en contestar. Muchos saludos que Dios te bendiga.

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