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4 de abril de 2010

El Espíritu de Oración por San Pedro Julián Eymard.

Promesas y Mensaje de Jesús Misericordioso--->
<---Oración a Nuestra Señora de Lourdes.


Según San Pedro Julián Eymard. Insigne apóstol de la Eucaristía y fundador de los religiosos y de las siervas del Santísimo Sacramento.


"Derramaré sobre la casa de David el espíritu de gracia y de oración".(Zac.,XII,10)

Dios, al prometer el mesías al pueblo judío, caracteriza su misión con estas palabras;
"Derramaré sobre la casa de David y sobre todos los moradores de Jerusalén el espíritu de gracia y de oración."
Aunque antes de la venida de Jesucristo se oraba y Dios daba la gracia, sin la cual nunca hubiesen podido santificarse los justos;
pero esta gracia de oración no era buscada con ardor, ni debidamente estimada, Jesucristo vino como rocío de gracia que cubre toda la tierra, y derramó por todos partes el espíritu de oración

La oración es la característica de la religión católica y la señal de la santidad de un alma y aún la santidad misma; ella hace los santos y es la primera señal de su santidad.

Cuando veas a alguien que vive en la oración, dí; veo un santo.
Siente san Pablo el llamamiento de Dios, y al punto se pone en oración.
¿Qué hace en Damasco durante tres días?. Reza.
Es enviado Ananías por el Señor para bautizarle.
Iba a resistir un instante a la orden de Dios, temiendo al perseguidor de los cristianos,
"vete", le dice el Señor, pues le encontrarás en oración:
"Ecce enim orat."

Ya es un santo, porque reza.
No dice el Señor: Se mortifica o ayuna, sino que dice; reza.
Todo aquel que reza, llegará a ser santo.

La oración es luz y poder, es la acción misma de Dios, de cuyo poder dispone el que reza.
Nunca verás que se hace santo alguien que no reza.
A no dejarse engañar por hermosas palabras o por apariencias, que también el demonio puede mucho y es muy sabio en ésto: y él puede transformarse en ángel de la luz.

Ha no dejarse fiar de la ciencia, que no es ella la que nos hace santo.
El conocimiento sólo de la verdad es ineficaz para santificar; es menester que se le junte el amor.
Pero ¡qué digo! ¡Si entre ver la verdad y la santidad media un abismo!
¡Cuántos genios se han condenado!

Voy aún más lejos, y digo que las buenas obras de celo no santifican tampoco por sí solas.
No es éste el carácter que Dios ha dado a la santidad.
Aunque los fariseos observaban la ley, hacían limosna y consagraban los diezmos al Señor, el Salvador los llama:
"sepulcros blanqueados."

El evangelio nos muestra que la prudencia, la templanza y la abnegación pueden juntarse con conciencia viciosa, así lo atestiguan los fariseos, cuyas obras no oraban nunca, por más que trabajaran mucho.

"Las buenas obras exteriores no constituyen, por consiguiente, la santidad de un alma, así como tampoco la penitencia y la mortificación".

¡Qué hipocresía y orgullo no encubren a veces un hábito pobre y una cara extenuada por las privaciones!

Si, al contrario, un alma que reza, posee un carácter que nunca engaña.
Cuando alguien reza se tienen todas las demás virtudes y se es santo.
¿Qué otra cosa es la oración sino la santidad practicada?

En la oración se encuentran ejercitadas todas las demás virtudes como la "humildad", que hace que confieses ante Dios que te falta todo, que nada tienes, que hace confesar tus pecados, levantar los ojos a Dios y proclamar que sólo El es santo y bueno.

¡Eso hace la oración, y así actúa el que reza!

En la oración se ejercitan también la fe, la esperanza y la caridad.
¿Qué más? Rezando ejercitamos todas la virtudes morales y evangélicas.
Cuando rezamos hacemos penitencia, nos mortificamos.
La imaginación queda sojuzgada, se clava la voluntad, se encadena el corazón, se practica la humildad.
La oración es la mismísima santidad, pues que encierra el ejercicio de todas las demás virtudes.

Por eso, nunca se ha dejar de rezar, "nunca", "nunca"!.

Aunque sea una simple oración a Dios Nuestro Señor, agradecerle por el nuevo día, ahí ya estamos rezando, y acumulando dones y gracias que solo veremos cuando lleguemos al cielo.

Hay quienes dicen: ¡Si la oración no es más que pereza! ¿Sí?
Vengan los mayores trabajadores, lo que se dan febrilmente a las obras, que pronto sentirán harto mayor dificultad en rezar que en entregarse a sacrificarse por cualquier obras dificultosas y de celo.
¡Ah! ¡Es más dulce, más consolador para la naturaleza y más fácil el dar que el pedir a Dios!

Sí, la oración por sí sola vale por todas la virtudes, y sin ella nada hay que valga ni dure!.
La misma caridad se seca como planta sin raíz cuando falta la oración que la fecunde y la refresque.
Porque en el plan divino la oración no es otra cosa que la misma gracia.




Porque en el plan divino la oración no es otra cosa que la misma gracia.
¿No has caído en cuenta en que las tentaciones más violentas son las que se desencadenan contra la oración?

Tanto teme el demonio a la oración que nos dejaría hacer todas la buenas obras posibles, limitando su actividad a impedir que rezemos o a que nos tomemos el buen hábito de rezar.

Por lo que debemos estar de continuo sobre aviso, alimentar incesantemente de oración nuestro espíritu, hacer de la oración el primero de nuestros deberes.

No se dice en el evangelio que haya que preferirse la salvación del prójimo a la propia, sino todo lo contrario:
"¿Qué servirá al hombre convertir al universo mundo, si perdiera su alma?"

La primer ley es salvarse a sí mismo y no se salva sino orando.
Es ésta,¡ay!, una ley que se viola todos los días.
Fácilmente se descuida uno por favorecer a los otros y se entrega a las obras de caridad.
Claro, la caridad es fácil y consoladora, nos eleva y honra, en tanto que la oración... huímos de ella por ser perezosos.

No nos atrevemos a entregarnos a esta práctica de la oración, porque es cosa de que no mete ruido y resulta humillante para la naturaleza.
Si para vivir naturalmente hace falta alimentarse, la condición eneludible para vivir sobrenaturalmente es rezar.

Lo vuelvo a repetir, nunca abandones la oración, aún cuando fuera preciso abandonar para ello la penitencia, las obras de celo y hasta la misma Comunión.
La oración es propia de todos los estados y todo lo santifica.

-¡Cómo! ¿Dejar la Comunión, que nos da a Jesús, antes que la oración?

-Sí!; porque sin la oración ése Jesús que vas a recibir es como un remedio cuya envoltura se impide recibir sus saludables efectos.

Nada grande se hace por Jesucristo sin la oración;
la oración hace que uno se revista de sus virtudes, y si no rezas, ni los santos ni el mismísimo Dios te harán adelantar un paso en el camino de la perfección.

Hasta tal punto es la oración ley de la santidad que cuando Dios quiere elevar a un alma no aumenta sus virtudes, sino su espíritu de oración, o sea su potencialidad.
La aproxima más a sí mismo, y en eso está todo el secreto de la santidad.

Examina tu propia experiencia. Cuántas veces te has sentido inclinado hacia Dios, otras tantas has recurrido a la oración y al retiro espiritual.
Y los santos, cómo sabían de la importancia de la oración, la estimaban más que todo lo demás; suspiraban de continuo por el momento en que quedasen libres para darse a la oración, la cual les atraía como el imán al hierro.

Por eso su recompensa ha sido la oración y en el cielo están rezando continuamente.
¡Ah, sí, los santos rezaban siempre y en todas partes y a cualquier hora del día, hacían un lugarcito en sus ocupaciones y mentalmente elevaban a Dios una oración y éso los fortificaba y le daba una fuerza para enfrentar todos los peligros que acarrea para el alma vivir en el mundo, frente a las tentaciones de todo tipo.

Esta era la gracia de su santidad, y es también la de cuantos quieren santificarse. Y, lo que vale más todavía, sabían hacer rezar a cuantos les rodeaba.

Escucha a David:
Benedicite, omnia opera Domini, Domino, Omnia,(Bendecid al Señor todas las cosas y todos nosotros).
David presta a todos los seres aún inanimados un canto de amor a Dios.

¿Qué quiere decir esto?
¡Ah, que las criaturas alaban a Dios y si ellas lo hacen, nosotros debemos alabar por ellas, y la oración es un medio fundamental!
Podemos animar toda la naturaleza con este divino soplo de la oración y formar con todos los seres creados un magnífico concierto de oraciones a Dios Nuestro Señor.

Rezemos, gustemos de rezar, aumentemos de día en día nuestro espíritu de oración.

"Sino rezas te condenarás; y si Dios te abandona, ten en cuenta que es porque no rezas.

Te pareces al desdichado que estaba ahogándose y rehusa la cuerda que se le tiende para arráncarle de la muerte.
¿Qué hacer en este caso?
¡Esta irremediablemente perdido!

Lo vuelvo a repetir, deja todo, pero nunca dejes la oración; ella hará que vuelvas al buen camino, por lejos que estes de Dios, por la oración, volverás al seno del Señor, te dará valor y coraje para arrepentirte de tus pecados, y hará que te acerques con humildad a un confesionario.
Te hará llorar si es necesario, en los brazos de Jesús, y le pedirás perdón por haberlo ofendido.


Si te haces devoto de la oración en tu vida, te conducirá a la santidad y a la felicidad en este mundo y en el otro.
Recien el Cielo te darás cuenta la importacia de la oración.

Através de la oración se recibe enormes gracias espirituales, la cual son muy necesarias para ir al Cielo.
A no ser que des tu propia vida, para con tus semejantes, como lo hizo el Señor JesuCristo.
Reza por todos, reza por tí también, ya que el Cielo comienza en este mundo.




Reza de continuo, a toda hora, mantente siempre alerta, la oración a Jesús salva y cura tus heridas.¡Nunca dejes de rezar!




Frases y Dichos


No hay daño tan grande como el del tiempo perdido. (Miguel Angel)

Si algo quieres que se haga, encargáselo a una persona ocupada.(Chino)

Nadie prueba la profundad del río con ambos pies.(Inglés)

Amigos son aquellos extraños seres que nos preguntan cómo estamos y esperan nuestra contestación.(Anónimo)

La verdad levanta tormentas contra sí que desparraman sus semillas a los vientos.(R Tagore)

También el silencio es una opinión a veces. (Aristóteles)

No se conocería el bien si su opuesto no existiera.(Heráclito)

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