<---Misterios Gozosos.
TRIPLE SEÑAL DE LA CRUZ
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Señor, abre mis labios y mi boca proclamará tu alabanza.
Señor, ven pronto en mi auxilio, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo. Amén.
La mejor manera de prepararnos para rezar es empezar reconociendo nuestros pecados.
Por eso vamos a decir:
Acto penitencial.
Yo confieso ante Dios Padre todopoderoso,
y ante vosotros hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa , por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor. Amén.
O bien rezamos el:
Pésame.
Pésame Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido.
Pésame por el infierno que merecí,
y por el cielo que perdí.
Pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos.
Antes querría haber muerto que haberos ofendido,
y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Se acostumbra a rezar la tercera parte del Santo Rosario, es decir 5 decenas, es muy conveniente practicar la piadosa costumbre de aplicar una intención a cada decena.
Por ejemplo: por el Papa, por la paz del mundo, por las vocaciones eclesiásticas y la santificación de los sacerdotes, por las misiones, por los enfermos o por alguna necesidad en particular, por la conversión de alguna persona, por la unión de la Iglesia (Ecumenismo), para pedir trabajo, salud, bienestar.
MISTERIOS DOLOROSOS; los días Martes y Viernes.
PRIMER MISTERIO DOLOROSO:
La Agonia de Jesús en el huerto de los olivos.
Texto Bíblico: Mt. 26, 36-39
Jesús llegó con su discípulos, según su costumbre, al monte de los Olivos. Y se dirigió a una quinta. Pedro, Santiago y Juan se distanciaron del resto y se pusieron a rezar. Jesús se adelantó un poco más y les dijo:
"Orad para no caer en la tentación".
Él se apartó de ellos como un tiro de piedra, se arrodilló y se puso a orar. Comenzó a sentir temor y le sobrevino una gran angustia. Rezaba diciendo:
"Padre mío, si quieres, aleja de mí esta cruz tan pesada, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya".
Y sumido en angustia, insistía con la misma oración. Y se le apareció un ángel del cielo reconfortándolo.
Luego entró en agonía, y oraba más intensamente; y volvía a repetir la misma oración. Sudaba como gotas de sangre, que corrían por el suelo.
Meditación por el Padre Celso Mejido Diaz.
Larga y fervorosa fue la preparación de Jesús para la Pasión. Busca lugar apartado y solitario.
Tres testigos van a acompañar en su pre-agonía:
Pedro, el escogido para fundar su Iglesia;
Juan y Santiago, los hijos del trueno, que debían observar todo y así propagar el santo Evangelio. Los demás discípulos quedaron lejos.
Pensando en todos los pecados que se han cometido, se cometen y se cometerán en el mundo Jesús suda sangre.
Y pide a los apóstoles que unan a su oración.
Los apóstoles se duermen y los dejan solo. Jesús más angustiado todavía les dice:
¿No habéis podido rezar ni siquiera una hora conmigo?
Jesús les enseña que:
"las flaqueza de la carne se corrige con la oración".
La cual, es poderosa y verdadera garantía de salir ganadores en los peligros.
Jesús se siente muy triste y angustiado por el desamparo divino y humano. Carga con el peso de tantos pecados que tiene la humanidad desde Adán hasta la llegada de Jesucristo.
Más que los tormentos físicos, le duele la incomprensión, la sequedad, la tibieza, y la ingratitud de tantas almas, que tendrá que soportar en su cuerpo.
Ve el Corazón de su Inocente Madre que está a su lado, participando en el duro sacrificio de la expiación de tantos pecados.
Ante el peligro los discípulos huyen, Jesús se queda solo, soportando la burlas, las risas, y los insultos de sus perseguidores.
Su Sacrosanto Corazón derrama sudor y sangre para la salvación de todos.
Se entrega en manos de sus enemigos.
"Ha llegado su hora, la hora para la salvación de la humanidad".
Consolemos a Jesús con nuestras plegarias y unámonos en espíritu a su dolorosa oración en el Huerto de los Olivos.
Pidamos como fruto del Rosario: El dolor de los pecados.
Rezar un Padre nuestro, diez Avemarías, y un Gloria.
Y luego:
"Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, y socorre especialmente a las más necesitadas de tu Misericordia".
SEGUNDO MISTERIO DOLOROSO:
La flagelación de Nuestro Señor Jesucristo.
Texto Bíblico: Jn. 18-36
Y Pilato le dijo:
-Pero, entonces, ¿eres tú rey?
Jesús le contestó :
- Tú lo has dicho, "Yo Soy Rey". Tengo por misión ser
testigo de la verdad, para eso nací y vine al mundo. Todo
el que está de parte de la verdad escucha mi voz.
Pilato le dijo:
-¿Qué es eso de la "verdad"?
Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los dirigentes
judíos y les dijo:
-Yo no encuentro ningún cargo contra él . Por cierto, es
costumbre suya que por la Pascua les ponga en libertad
a un preso. ¿Quieres que suelte al rey de los judíos?
Volvieron a Gritar:
- A ése no, a Barrabás.
( Y Barrabás era un bandido)
Entonces Pilato se lavó las manos y mandó azotar a Jesús.
Meditación por el Padre Celso Mejido Diaz.
El cobarde de Pilatos está convencido de la inocencia de Jesús.
No tiene valor para declararle libre de castigo.
Pilato teme perder el puesto, para calmar al pueblo, decide azotar a Jesús, como un esclavo rebelde.
Jesús como inocente cordero, se entrega manso a las órdenes de Pilato.
Siglos antes el profeta Isaías anunciaba que Jesús sufriría como Varón de Dolores. Pues bien por sus llagas hemos sido sanados todos.
Al contemplar estas escenas decía Santa Teresa de Jesús:
"¡No más pecados, no más pecados, que tanta sangre cuestan a mi Dios!".
Tratemos de vivir una vida cristiana consagrada, al ejercicio de las virtudes.
Aprendamos como principal virtud, la del silencio.
Sufrir callados, resignados.
Añadir la paciencia, qué todo lo alcanza. Así corregiremos la naturaleza humana, que se pierde por el amor desordenado, al goce, al aplauso, a las cosas efímeras, a la vanidad.
Las virtudes son accesibles a todos los quieran adquirirlas, mediante la gracia divina.
Con el ejemplo de Cristo azotado, debemos aprender a sufrir por amor a El, aunque nos cueste, y mejor si lo hacemos en unión a la Virgen Santísima, que experimentó en su alma todos los dolores de Jesús.
Recordemos que Jesús fue flagelado, hasta que su cuerpo se cubrió de llagas y de sangre.
Para reparar esos azotes ofrezcamos a Jesús pequeñas mortificaciones, privarse de fumar, de comer de más, de tomar alcohol, de visitar lugares que atentan contra la pureza.
Cada sacrificio le compensará por cada uno de los golpes recibidos y fortalecerá nuestra alma contra las tentaciones del demonio.
Por eso en el Corazón de María, resonaron todos los golpes que sufrió Jesús,
sin embargo no hay venganza en la Madre de Dios.
Antes bien, pide, suplica perdón, reconciliación y arrepentimiento en favor de los enemigos.
Rezar un Padrenuestro, diez Avemarías, y un Gloria.
y luego:
"Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, y socorre especialmente a las más necesitadas de tu Misericordia".
TERCER MISTERIO DOLOROSO:
La coronación de espinas de Nuestro Señor Jesucristo.
Texto Bíblico: Mt. 27, 27-30
"Los soldados romanos llevaron a Jesús al palacio del gobernador y reunieron a toda la tropa en torno a El. Le quitaron sus vestidos, le colocaron una capa de soldado color rojo. Trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, y en la mano derecha una caña; se acercaban a El, se burlaban, y le decían:
"¡Viva el rey de los judíos!"
Y le daban bofetadas, le escupían en la cara, y quitándole la caña, le pegaban en la cabeza".
Meditación por el Padre Celso Mejido Diaz.
Los enemigos Cristo demuestran todo su odio en el tormento que padece Jesús.
Jesús es Rey de Reyes y Señor de Señores, sin embargo soporta, burlas, desprecios, escupidas, golpes, risas hacia a su persona, y toda la maldad del ser humano.
En estas escenas tremendas tenemos que ver nuestros propias pecados, cuando quebrantamos y despreciamos la voluntad de Dios.
Lo que los verdugos hicieron en el cuerpo de Cristo, lo practicamos nosotros cuando, no cumplimos con los mandamientos de Dios.
Viendo a Jesús coronado de espinas, sino sentimos deseos de mitigar esos dolores, es porque aún no hemos estrechado una amistad íntima con Jesús.
No hemos tenido una conversación con el corazón abierto, y no hemos recurrido a El en caso de necesidad.
Alabemos a Jesús y aclamémosle Rey en nuestro corazón, El sólo es tributo de nuestro amor, y que El sólo sea el único dueño y Señor de nuestras acciones.
Es es una de las formas de desagraviar su Cuerpo, Alma y Divinidad.
Si ofrecemos el Rosario diario, se convertirá así en la verdadera corona de rosas con que el alma piadosa adorna la hermosa frente del injuriado Jesús.
Ayudemos al Corazón de María a sacar las espinas que diariamente clavan los hombres ingratos, con tanta gente que no come, niños que se mueren antes del año de vida, hombres de insultan a Dios y a la Santa Iglesia, riéndose y burlándose de la Virginidad de María.
Estas espinas, duelen tanto al Corazón de Jesús como al Corazón de María.
Espinas punzantes, que la mayor parte de la humanidad, clavan diariamente con las actitudes deshonestas, pensamientos perversos, falta de caridad, desinterés por la vida, y por el prójimo..
Rezar un Padrenuestro, diez Avemarías, y un Gloria.
y luego:
"Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, y socorre especialmente a las más necesitadas de tu Misericordia".
CUARTO MISTERIO DOLOROSO:
Jesús lleva su propia cruz camino al Calvario.
Texto Bíblico: Jn. 19,16-18
Jesús quedó en manos de los judíos y, cargando con la cruz, salió hacia el lugar llamado "la calavera", en hebreo "Gólgota", donde lo crucificaron.
Meditación por el Padre Celso Mejido Diaz.
Los verdugos no quedaron contentos con el martirio que tuvo que soportar Jesús.
Pilatos saca a Jesús al balcón del palacio, y pronuncia aquellas celebres palabras:
Ecce Homo!¡He aquí el HOMBRE!,
y pregunta al pueblo con los mismos ardiles diabólicos de los políticos,
¿Qué hago con Jesús, Rey de los Judios?.
Crucifícalo!, contesta la muchedumbre, entre grito y horrendas gesticulaciones.
Y entregó Pilatos a Jesús para que le dieran muerte de Cruz.
Así aseguraba su cargo de gobernador. No le importaba falsear la justicia.
Cargado con el peso que lleva nuestros pecados y los de todo el mundo entero, Jesús sube penósamente hacia el Gólgota, ni una queja sale de sus labios.
Se abraza gozoso a la Cruz, porque con la cruz salvará a las almas que tanto ama.
El mismo dice: "por una sóla alma estaría dispuesto a sufrir mi pasión y mi muerte".
En la calle de la amargura, se encuentra con su Madre.
Qué admirable sería poder conocer los pensamientos de María y de Jesús en ése instante.
Se sabe por naturaleza, que cualquier madre sufriría si ve a su hijo sufrir, de la misma manera que sufría Jesús.
Qué dolor habrá inundado el Corazón de María, al ver a Jesús, tan lastimado, tan golpeado, tan humillado!.
María Madgalena y Juan lo seguían a cierta distancia.
Jesús cae tres veces, en medio de los gritos de la gente. Lo levantan con malos modos.
Temen que muera antes de que llegue a la ejecución.
Obligan al Cirineo a llevar la cruz de Jesús.
¡Cuántas veces nos invita Jesús a seguirle con la cruz, y cobardes, nos resistimos, o tal vez nos avergonzamos!.
La cruz, es el cumplimiento del deber, el quehacer de todos los días, el soportar flaquezas propias y ajenas.
La cruz presupone sufrimiento y resignación!
Es el peldaño de la cual todos debemos subirnos para comenzar a combatir.
Ya que la vida es una lucha diaria. Pidamos a Jesús que nos enseñe a soportar por su amor todos los sufrimientos que quiera enviarnos.
Jesucristo nos precede, María Santísima y los santos nos acompañan, y nuestro Angel de la guarde nos sirve de Cirineo.
Expulsemos de nosotros toda cabardía. Vale la pena sufrir por Jesús. Vale la Vida Eterna!
Pidamos como fruto del Rosario: Paciencia y fortaleza en el dolor.
Rezar un Padrenuestro, diez Avemarías, y un Gloria.
y luego: "Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, y socorre especialmente a las más necesitadas de tu Misericordia".
QUINTO MISTERIO DOLOROSO:
La Crucifixión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo.
Texto Bíblico: Jn. 19, 28-30
Cuando llegaron al Calvario, los soldados lo clavaron en la cruz.
Jesús rezaba así:
"Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen".
Para que se cumpliera la Escritura, dijo:
"Tengo sed".
Había allí un vaso lleno de vinagre; empaparon una esponja en el vinagre, la pusieron en una caña y se la acercaron a la boca.
Cuando Jesús lo probó, dijo:
"Todo está cumplido".
Al mediodía se ocultó el sol y todo el país quedo en tinieblas hasta las tres de la tarde...
Jesús gritó muy fuerte:
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".
E, inclinando la cabeza, expiró.
Meditación por el Padre Celso Mejido Diaz.
Una vez en el monte Calvario, desnudan a Jesús, y lo mandan tenderse sobre la cruz. Con sogas y clavos lo sujetan. María estaba allí, en su Corazón experimentaba una tremenda amargura.
Levantado Jesús entre el cielo y la tierra está pregonando el dominio del mundo.
Tres horas estuvo pendiente, con los brazos extendidos, la cabeza inclinada y hablando palabras de suavidad y amor.
Abrió su pecho con la lanza para mostrarnos su Corazón como foco ardiente de caridad.
En un gesto de amor supremo nos ofrece a María para sea nuestra Madre del Cielo. Nos hermana con El.
Ahora tenemos la misma Madre. Somos todos hermanos.
Si acudimos a María, que al pie de la cruz acompañó a Jesús, veremos su poder y su benefica influencia.
A pesar de las ingratitudes de los hombres dedica su última plegaria e intercede ante el Padre Eterno para que nos conceda el perdón.
Pidamos perdón a Jesús por nuestros pecados, como lo hizo el buen ladrón.
Recemos siempre antes de dormir:
"Señor acuérdate de mi cuando estés en tu Reino".
Acompañemos el Corazón sufriente de María, todos los viernes a las tres de la tarde, la hora de la gran Misericordia, la hora que Jesús murió.
Después de tres horas de agonía Jesús muere en la cruz.
¿Porqué ha sufrido tanto Jesús?
Por salvar mi alma, El mismo lo dice:
"Por una sola alma estaría dispuesto a sufrir mi pasión y mi muerte".
Al pie de la cruz, prometamos ser apóstoles a fin que conquistarle muchas almas.
Pidamos como fruto: La gracia de conquistar almas para el Reino de Jesucristo.
Rezar un Padrenuestro, diez Avemarías, y un Gloria.
y luego:
"Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, y socorre especialmente a las más necesitadas de tu Misericordia".
RECEMOS TODOS LOS DÍAS EL SANTO ROSARIO:
MISTERIOS DOLOROSOS.
Frases y Dichos
Conocerse a sí mismo es el mayor saber.(Italiano)
Si te caes siete veces, levántate ocho.(Chino)
Vísteme despacio, no tengo prisa.(Napoleón)
El pasado es un prólogo.(Shakespeare)
Para morir sólo se necesita estar vivo.(Laura Prado)
Qué cerca sentimos a algunos que están muertos; y qué muertos nos parecen otros que aún viven.(Wolf Biermann)
La verdad es hija del tiempo.(Aulio Gelio)
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